El arquero

Vuelves a casa solo vestido de marrón, sin vida quien te espere. Ultimamente andabas más callado y mirando de reojo. Me pides fuego. Sonrío. Paso de tu lado. Eres un arquero discreto. Uno que invita a comida china y a partidos de bailes de salón. Los juegos en el azul impiden nuestro completo acercamiento, pero los juegos de cristal lo hacen exitoso. Eres un arquero deseoso. Vuelves a casa con una llamada. Vuelves de noche, desnudo en tu esqueleto blanco. No me dirijas la palabra o me mires. Bésame en naranja.

El chico de la mariposa

Cómprame una estatua diminuta de un elefante con su mariposa en la punta.

La vieja te reconoce en la tienda. Amable.

Haz que el carrusel gire aun cerrado y mírame desde fuera.

Bésame en el cine.

Espérame en la puerta de un casino.

Bébete mis besos rozando con tus dedos mi barbilla.

Encuéntrame en los sueños de puertas abiertas.

Deja escapar tus mariposas. Vuela. Ven.

No estoy en tu casa realmente, será porque me escondo en otro sitio.

Haz de esto la cita perfecta.

Entra y cierra la puerta.

Horas de profundidad

Se me hace nublado imaginar con tantas horas de profundidad. Despego emocionalmente y vuelo sobre el agua sin poder ver mi sombra. Estoy en algo plano, te siento merecedor de mis sentimientos. Cegados en la oscuridad del tacto, inmersos en la dulzura de un futuro despertar. Sigo en la profundidad del azul oscuro que vive y persiste. Noto la impaciencia de tus caricias, la sonrisa invisible y las miradas lejanas, en la profundidad de las horas...

Boda en el piso

No me importa que me mientas, porque sé que me dices la verdad. Consiento ceremonias nulas de desarraigo y caigo en el veneno que muerdo cada noche. Vivo el temblor de la agonía subiendo mis piernas y metiendose hasta celebrar que sé parpadear despacio creyendo cada sonoridad emergente. Las lilas las pondré cerca del radiador para que mueran más lentamente el día de la boda y callaré mis nupcias ante todos los presentes. Mientes aun callando... vives aun olvidado y perdonado.

Recuerdos de tu casa en Arquitecto

A veces necesito pensar en ti para saber que estás vivo. Para saber que aunque la distancia nos hace ciegos e invisibles tienes vida. Saber que los segundos que yo vivo sin pensar en mi tu sigues vivo. Que tu carne es verdadera, que tus palabras son inudibles y que tu ser se convierte en infinito. Tu casa ahora está en sombra mientras tú en la cocina y yo viviendo.

Abismo

Me incomoda el abismo y la soledad me las devuelve por las que yo no se las doy. Ataca sigilosamente bajo mis lágrimas y huele a nervios y desesperación. No te prohibiré hacer uso de tu felicidad, no pelearé con tus brazos ni tus sábanas, ni dejaré más mi cigarro encendido en el cenicero de tu balcón. Cerraré los ojos tras tomar varias píldoras de olvido y dormiré en la cama adyacente del placer.

Nada

Hoy no me importa nada y la gente me cae mal. Sigo dando vueltas en mi mismo vacío. Aparecen repentinamente dolores aparcados que sólo yo sé de dónde provienen. Me recojo en mi cama para hacer peso para aplastarla y creer que así lo olvido todo, pero no es la solución. Aun siendo inerte en cualquier lado que caiga, todo seguirá su curso y nada ni nadie se parará por mi. Solo a vosotros que os tengo en mi mente y en mis objetivos, podrías con un beso aliviar mi cuerpo del aire.