31.3.09

Creérmelo

A veces digo que estoy bien para creérmelo. Pero el vacío interno sabe a humo y me congela el punto. No sé reaccionar ante situaciones absurdas de negativa o silencios y se me olvida la existencia del mundo para dentro. Vuelco mi sensación hacia el aire, y espero si se lo lleva una leve brisa; pero permanece. Ausente mi mirada se hace invisible y mi voz pausada y con arrugas, mira de vez en cuando a un horizonte inexistente donde no existe nada a que atenerme. Vuelo en la barra del equilibrista, sin mencionar la altura ni el frío. Coloco mis pies sobre algo que flota y que si piso desaparece. Por eso, por todo eso a veces digo que estoy bien para creérmelo.