13.6.08

Tarde frente a la ventana

Oigo el ruido de un helicóptero en mi cabeza pero es solo imaginario pues la ventana es blanca. Mi estómago se hace añicos cuando evitas un beso a otra por estar yo delante. Y lo retrasas en vez de negarlo. Corro despavorida a encaramarme a algún coche que me arrastre a la muerte. Uno verde con una señora asustada. Temo a mis sueños, odio a mis miedos. La lejanía me llama y quizá acuda a ella tenebrosa y maherida por presagios coléricos. No deseo separar mi piel de mi sangre, no hay deseo que me impulse a acercarme a lugares frondosos que sé que me pueden alejar de ti. Que no quiero un deseo que se cumple llanamente sin felicidad y que quiero escuchar esa canción una y otra vez y llorar hasta quedarme seca de aliento. Dan mucho que comer las tardes en mi ventana. A veces devoran el seguimiento de mi propio equilibrio.