16.10.09

Con un amigo

Quiza no te hablo demasiado por el miedo que me penetra, pero me moriría por saber las palabras que a él le dijiste anoche. Ajena dormía mientras sacudías tu ira y encadenabas tu alma al amor que supuestamente existió. Me pregunto si los diálogos escritos en las nubes se podrían explicar hoy mismo sin la cadena anterior, si el sol o el bullicio también pueden oirlos, o si solo tus labios siguen afónicos. El ruido también es testigo de tus emanaciones, de tus pulsos, de tu interior que sólo te conoce a ti. ¿Será?